lunes, 1 de noviembre de 2010

a los pies del adios


A los pies de los adióses
una animal insomne
un mar indomable y fiero
guarda y acompaña mansamente
El poblado Olvido de los muertos.
Florida generosidad que el tiempo adora
la que mostráis los que talláis Ausencia.
Y luz pues luz coméis en las palmas de las manos
del que aún camina
desmigando el tiempo
que el tiempo ignora,
Y luz mas luz  son las voces
con las que los dedos de los vivos
escuchan a los que en el Sueño sueñan
que estamos vivo.

No hay mármoles que valgan ni portátiles cenizas
para vosotros
que coméis las raíces originales
de los arboles encendidos.

No se si creo o no creo
pero dudar no dudo
de que el tiempo del mundo
esta en vuestro recuerdo.

Crepúsculos comestibles
son el pan de los que duermen
en el corazón de los vivos

Nictitantes animales en extinción
vuelan al otro lado de la ceniza.

Una multitud de Nadas locuaces
amasan el silencio de todos los huesos,
es efímero todo menos el instante de la partida,
Zarpar es el momento de la sensación verdadera
no así el interminable regreso
que el miedo inventa.

Hay un otoño ardiendo en los ojos de los niños
que como primavera mama canta.
Imposible corregir la certeza de las estrellas,
esa inexistencia luminosa
que nos guia cuando la hoguera de las vanidades
se apaga.

Cuanta calma parpadea en el fondo de la noche
y que inútil nuestra colección de albas.

Mármoles y urnas
tumbas y ramas
son las coordenadas de un despreciable mapa
que solo los que se desnudan ante el amor
escuchan:
voces mondas y lirondas de los días sin nosotros.

Pero aquí esta, en la palma de tus manos
un magnifico Noviembre,
llenando de piras melancólicas
los caminos de polvo y los caminos de agua
Por qué no seguir
a los animales y repoblar con ellos
el olvido, mas olvido?