Y hoy me siento con tanta razón Y tengo toda la intención De herir...como tu; Con tus palabras mágicas Lastiman y vuelven a golpear Y a mi;......me agrada
No se nos exige, en el fondo, más coraje que ése: el de aceptar lo más extraño, peregrino e inexplicable que nos pueda acontecer. La cobardía de los humanos en ese sentido ha causado un daño enorme a la vida; las experiencias que llamamos "apariciones", todo lo que suele denominarse "mundo de los espíritus” la muerte, todas esas cosas tan cercanas a nosotros, han sido expulsadas de la vida por el rechazo cotidiano, hasta el punto que se han atrofiado los sentidos que podrían percibirlas. Por no hablar de Dios. Pero el miedo a lo inexplicable no se lo empobrece la existencia del individuo; también limita las relaciones interpersonales: las arranca, por decirlo así del cauce de las posibilidades infinitas y las deposita en una orilla yerma, en la que nada sucede. Si las relaciones humanas se ajustan una y otra vez al mismo patrón monótono y cansino, no es sólo por pereza, sino también por temor a alguna vivencia nueva, imprevisible, que nos vendría demasiado grande. Pero sólo quien esta preparado para todo, quien no excluye nada, ni siquiera el mayor enigma, puede vivir como algo vivo la relación con otra persona e incluso sacar todo el jugo a su propia existencia. R.M.R
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No se nos exige, en el fondo, más coraje que ése: el de aceptar lo más extraño, peregrino e inexplicable que nos pueda acontecer. La cobardía de los humanos en ese sentido ha causado un daño enorme a la vida; las experiencias que llamamos "apariciones", todo lo que suele denominarse "mundo de los espíritus” la muerte, todas esas cosas tan cercanas a nosotros, han sido expulsadas de la vida por el rechazo cotidiano, hasta el punto que se han atrofiado los sentidos que podrían percibirlas. Por no hablar de Dios. Pero el miedo a lo inexplicable no se lo empobrece la existencia del individuo; también limita las relaciones interpersonales: las arranca, por decirlo así del cauce de las posibilidades infinitas y las deposita en una orilla yerma, en la que nada sucede. Si las relaciones humanas se ajustan una y otra vez al mismo patrón monótono y cansino, no es sólo por pereza, sino también por temor a alguna vivencia nueva, imprevisible, que nos vendría demasiado grande. Pero sólo quien esta preparado para todo, quien no excluye nada, ni siquiera el mayor enigma, puede vivir como algo vivo la relación con otra persona e incluso sacar todo el jugo a su propia existencia. R.M.R
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