martes, 2 de diciembre de 2008

El milagro

Llueve sangre metálica del cielo,
¿acaso Dios a muerto de tristeza
o fueron tus ojos que contaminaron [las nubes?

Creo que es hora de caminar
y fumarme tu ultimo beso.
Todo esta manchado de amargura.

Despierto por la sed y veo que es real,
no era un sueño, porque tu estarías
a mi lado, humedeciéndote los labios.
Preparando un beso con la luna creciente,
anunciando la llegada de la morfina a las venas.

Volviste tu mirada a la ventana empañada
y tu reflejo estaba delante de la ciudad:
vacío, sin ganas de verte sollozar en voz baja,
ni con el aprecio de tocar tu garganta escasa [de palabras.

Ahora la lluvia empapa nuestros cuerpos
con el ardor de las uñas tatuadas en el pecho,
que trataron de apretar los corazones de ambos,
de hacerlo latir una hora más para nosotros.

La noche magenta crujía entre mis manos
y tus venas estrangulaban la carne del brazo.
Morimos la tarde de un invierno sin año,
me acuerdo de ti porque aún creo estar vivo.

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