“Nací para robar rosas en la autopista de la muerte”
Hacia los años 50, entre el humo de cigarro y el denso aroma que desprende la literatura creada en las cafeterías, se formaba un nuevo término para los pensadores bienaventurados en la inmensa tranquilidad de las palabras: la Generación Beat, la cual en su estado inmóvil y en su estática felicidad, abriría el camino a una nueva corriente que pasaría de las cómodas charlas de café a las inmensas aventuras, erecciones, eyaculaciones, exhibicionesahogadas en alcohol y lo mundano de la vida, es decir, el Realismo Sucio. (Continúa)
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