sábado, 17 de octubre de 2009

Carta sobre la mesa












“Cuando se ama con cierta o toda devoción
No se peca al querer sentir un poco de pasión”



Eres hermosa Ingrid, tu cuerpo es toda una apología, monumento, escultura perfecta. Tu cuerpo me alebrestaba todos los nervios de la espalada, toda la lujuria de mis entrañas, tu belleza me hacía sentirte completa y me juraba un placer ambiguo que nunca podríamos abandonar. ¿Recuerdas cuando te dije que deseaba hacerte el amor?, nunca fui capaz, por la razón simple del temor, ¿a qué?, a después dejarte. Porque me conozco lo suficiente y sé, que doy por terminado un cortejo que acaba pronto en la cama, yo no busqué nunca tu cuerpo y por eso nunca te pedí de nuevo nada parecido, aunque si supe que tu también lo deseabas, y perdona si estoy esgrimando mis palabras contra tu pudor, pero aquí, que todo quede dicho. No solo te amé, te desee también. Porqué el cariño que acuné por ti, ya solo podría haberlo expresado haciéndote el amor.




“de las reminiscencias que flirtean
En los espacios de la memoria”








¿Te acuerdas de aquella lectura del tarot en el ventura, cuando los arcanos revelaron que uno de los dos no seguiría estudiando, y que la distancia que provoca la rutina diferente (mis trabajos) nos iba a alejar?, y, ¿te acuerdas luego ese día en las palmeritas, cuando las cartas de nuevo revelaron cosa que te impactó y que no creíste? Ese día, recuerdo bien, salió una tercera persona que aparecía en mi vida, los arcanos aseguraron que no se trataba de sentimientos encontrados ni de infidelidad, sino la sola presencia de esa persona nos iba a dividir, dijeron los arcanos (mis queridos amigos, leales al yugo del destino) que tu empezarías a dudar, y que debatirías con tu alama si me terminabas o no, y que yo, (representado en la lectura por el mago ¿te acuerdas?), iba a estar ahí, a la expectativa, esperando humilde tu desición. Ahora todo está claro ¿no te parece?, los arcanos tuvieron la razón y tu no tuviste la fuerza suficiente para cambiar nada. El hecho de que yo haya querido hacer las paces con Méndez (la tercera persona) fue algo inaceptable para ti, y tomaste esa decisión que va en contra de tus palabras mismas, porque recuerdo bien cuando dijiste “de mi boca nunca saldrían esas palabras que nos harían tanto daño a los dos”, según tu, de tu boca nunca saldría lo que me dijiste, y sabes Inka, hay cosas que se dicen muy jodidas. Pasé contigo infinidad de hermosísimos momentos, me diste cosas bellas y por eso quise amarte.
Ingrid, por todo, por tanto, gracias. Te amo.

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