lunes, 25 de febrero de 2008

CIGARRO MATA (CUENTO)


Este individuo tenía el empedernido vicio de fumar, cosa que a todos sus conocidos enfadaba, enervaba; su tasa diaria en promedio era de siete cigarros, tasa que a su edad (18) era una sentencia prematura de muerte, una especie de eutanácia de muy lento efecto o, como el decía, una lenta forma de suicidarse.
En fin, a este sujeto, culto y hábil de mente, le producía especial placer fumar en las horas altas de la noche mientras caminaba de regreso a su casa. En una de esas caminatas, a las diez treinta para ser preciso, nuestro amigo llegó al mas incomodo tramo del camino, una vía desolada y sin ningún tipo de iluminación, un tramo de unos doscientos metros.
Revisó sus provisiones y descubrió que sólo le quedaba uno de sus amigos de pálido porte y decidió por esa ocasión, cantar en vez de fumar, para guardarlo para mas tarde y para así soliviantar la soledad de la ruta.
Escuchó unos pasos tras de sí, y luego una chillóna voz que le decía, en el lenguaje de la calle:
- Viejo regáleme una mone`a-
Volteó nuestro caballero exaltado por el improvisto abordaje de aquel despojo humano, mantuvo la distancia y le contestó amablemente:
- Caballero no tengo un centavo, disculpe-
Intento seguir su camino pero el mendigo insistió:
-Vea que tengo hambre viejo, no me niegue la mone`a-
Notó como el tono del hombre había cambiado, era sutílmennte más agresivo.
-Realmente no tengo un solo peso señor, de lo contrario no estaría yo caminando a altas horas de la noche por estos caminos tan peligrosos-
Y esta vez era cierto, había invertido lo de su pasaje en la cajetilla de cigarros de la cual ahora solo uno le acompañaba.
El andrajoso individuo se acercó al muchacho amenazadóramente y le depositó la mano en el hombro; se acercó a su oído.
- Vea, por el bien de ambos, déme alguíto, no nos pongamos con weonaas-
El joven, como dije antes, hábil demente comprendió que aquel miserable no se iría sin algo, cualquier cosa, incluso su sangre, o, en el mas dramático y novelesco de los casos, ¡su vida!
¿Que hacer?, el hombre se empezaba a encolerizar y no lo dejaba marcharse, definitivamente estaba en peligro.
De pronto brilló en su mente, como una verdadera luz de intervención divina, una idea.
- Caballero, ¿fuma usted?-
El méndigo mendigo le sonrió picarézcamente.
- Uff, ¡de to`o!-
Sacó de su bolsillo la cajetilla con el último de sus cigarros y se lo ofreció.
- Le invito un cigarro entonces amigo, siga-
El mendigo lo miró inexpresívamente, como inquiriendo si aquel acto era una burla.
-siga-
insistió nuestro amigo.
- Uy weon, gracias, lástima yo pensé que me iba a dar otra cosa, pero gueno, too bien, ¡gracias!-
Se marchó el delincuente con su motín en la mano, se acababa de salvar de las garras de la muerte, pero nuestro caminante, descarado el, notó que no le había ofrecido fuego.
- ¡Caballero!, espere, encienda ese cigarro de una vez, para que le haga compañía-
Que puedo decir, me gusta tener control total sobre la situación, soy un buen manipulador de la mente.
Una vez encendido el BELMONT , seguí tarareando la canción y entendí una cosa, me enseñó este episodio algo, algo que a todos parecerá absurdo y estúpido y que pondrá en tela de juicio mi capacidad de pensamiento inteligente, pero que tomé yo como principio:
Esa noche un cigarro me salvó la vida, por tanto y por mal cuestión de honor, es lo justo que sea el cigarro lo que me la quite, ¡ja!.
( Va dedicado a todos los amigos que piden deje de fumar)

3 comentarios:

TodeZombie dijo...

yo a esa edad, fumaba quince, hoy se miden por cajetillas enteras..

buena incurcion, me encanto

Anónimo dijo...

jajaj dejar d efumar? (tengo 20 años) fumo un atado al dia... y no kiero dejar d efumar jaja. Alguna vez me paso algo similar.
Saludos

Anónimo dijo...

yo a los 16 fumo demasiado, como una cajetilla por dia , a veces mas.. algunas veces menos.


y tmb tengo el vicio de fumar de noche o madrugada volviendo a casa


http://sweetmarionette.blogspot.com