martes, 25 de noviembre de 2008

JUSTICIA POÉTICA

Ayer la busqué, a esa, la que tanto amor me jura, ayer fui a verla y ella fue mía.
Le propuse un trato sencillo, recuerdo que le dije que en definitiva no la amaba pero que tampoco podía rechazarla, le confesé un profundo agradecimiento por amarme y le confesé una absoluta pasión guardada;
y le pedí me permitiera mostrarle gratitud amándola al menos en lo que dura la guerra de los cuerpos.
Dijo que si, dijo, que me amaba demasiado.
Ayer ella fue mía y tu también, ayer te hice el amor en su cuerpo; le pedí a ella me permitiera llamarla por tu nombre, no le importó, dijo que era feliz.

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Ayer,
en medio de los orgasmos apasionados de nuestros góticos movimientos ella empezó a llorar.
No podía entender porqué te amaba tanto y yo,
yo solo podía concentrarme en probar sus labios, acallar su llanto, buscando tus besos allí,
en su boca enamorada de mí.
Pero fue inútil, nunca supe que es un beso tuyo y en ella no lo pude encontrar, sus besos no me sabían a nada, o mas bien, me sabían a todo...
menos a ti.
Ayer te amé en el cuerpo de ella y ella me amó a mi,
y hoy,
hoy tengo miedo de no encontrarte.
Tengo miedo de quedar muy herido y no poder volver a amar...

Hoy día muero de pavor de no poder dejar de amarte tanto
y ella hoy día,
no puede evitar odiarte...

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