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martes, 5 de agosto de 2008

¿Encontraría a la Maga?

Sentirme así, como una Lucía Uruguaya, bajo un disfraz de Maga, de niña-mujer.
Encontrarme ahí sentada, al sol en un banco frente al cementerio de Chacarita, a la espera de un cualquiera, bajo un disfraz de Oliveira.
Sabés Horacio, el mundo está lleno de Magas, repleto de Magas que vagan a la espera de un Oliveira como vos... de un Oliveira que las vea y las busque, un Oliveira que las siga con los ojos sin despegárseles.
Estar así, con el sol pegándome en los ojos y un cigarrillo consumiéndose entre los labios, esperándote, Horacio. Mirando las palomas que se amontonan sobre los baldosines, del otro lado de la calle, esperando ahí sentada que aparezcas... y me escondo bajo un disfraz de Maga, una falsa Lucía porteña.
Y, sí... muchas veces te vi cruzando estas calles, en el mismo vagón de tren, al doblar en alguna esquina, bajo un disfraz de Horacio Oliveira... y te miré, con mis mejores ojos de Lucía, sonriéndote con mis mejores labios de Maga, pero no te diste cuenta de que era yo...Sabes Horacio, el mundo está lleno de Magas, repleto de Magas como yo, que vagan a la espera de un Oliveira como vos...

"Andábamos sin buscarnos pero sabiendo que andábamos para encontrarnos"


Personajes: Horacio Oliveira y Lucía, 'La Maga'. Inspirado en Rayuela, de Julio Cortázar.

domingo, 24 de febrero de 2008

Mediodía

Hasta ese día habían sido siempre las mismas palabras, los mismos silencios repetidos.
Las mismas caras y los mismos ojos que simulaban mirar a otro lado, mientras el corazón latía, y la sangre se agolpaba toda junta en el centro del alma.
Mientras lavaba los platos intentaba no escuchar, intentaba no pensar y evitar las lágrimas, esas lágrimas que nunca había querido mostrar... porque esa no era su pelea, no, no lo era. Inútilmente se repetía a ella misma "silencio, silencio, no escuches, no importa"... pero era inútil, ella sabía que por encima de esos pensamientos desbordaban las palabras, hirientes, como flechas que desgarraban los cuerpos de quienes las escucharan. Seguía lavando, rogando que no le tocara, porque nunca había una respuesta, esa no era su pelea... era de él y del mundo; no de ella ni de aquellos otros, solo de él y su mundo que siempre pendía del mismo hilo demasiado fino. Siempre había sido así, todos habitaban ese equilibrio vertiginoso, pero nunca caían, nunca había un stop, un final. Era la eterna repetición de lo mismo, las mismas situaciones, las mismas lágrimas, los mismos gritos, los mismos silencios y el mismo miedo. Ese miedo reinante, que no dejaba pensar, que bloqueaba los sentidos, lo había odiado desde pequeña. Años y años acarreando los mismos defectos sin poder corregirlos, porque eran más fuertes que la mente, se impregnaban en las mismísimas células y no se desprendían, no importaba lo que pasara, nunca iban a desprenderse. Sólo quedaba esperar, y suponer que el tiempo curaría aquellos cuerpos desagarrados de sentir, desgarrados de oír y callar.
Terminó de lavar y se quedó parada unos segundos en silencio, escuchando, pero no escuchaba nada, solo un murmullo. Sintió una gran angustia en el alma, pensando que a veces no sabía que era peor... si escuchar las palabras, o sólo sentir ese silencio desesperante. Comenzó a secar los platos, los guardó, barrió el piso, cerró las cortinas, apagó las luces y salió, con un último pensamiento en la mente: "Esta vida va a unirnos, o nos va a separar para siempre"...

miércoles, 13 de febrero de 2008

Interior

Quimera rabiosa de tus emociones, todavía no me dejas despertar,
sigo dormida dentro de tus ojos...
La madrugada entra al cuarto y me filtro en el aire.
Aah.. que dulce es respirar frente a tu cuerpo...
Todo ese éter que te quiero regalar, lo tengo escondido bajo la piel.
Quimera rabiosa de mis emociones, todavía no me quiero despertar,
amo dormir bajo la sombra de sus ojos..
Amo dormir bajo la sobra de tus ojos.