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lunes, 3 de enero de 2011

quiero mi boleto de regreso


No creí que ordenar mi cuarto fuera un desastre mental, encontrar retazgos de todo lo que he guardado esperando usar: mantas anti imperialistas para cuando llegara la revolución, revistas ecológicas (por que el verde esta de moda no?) Libros en inglés esperando ser entendidos , libretas que me prepararían para entrar a otra carrera (todo ingeniero industrial quiso ser de todo antes que ingeniero se los aseguro).

Quise ser hippie, skater, quise ser hipster, quise ser raver, quise ser rasta, quise ser el Ché, y quise ser Maddona ... bueno eso ultimo no. Quise ser tanto que termine siendo solo yo.

Ya no esta el Ché en mi pared, ya no asisto a marchas, ya no adopto animales de la calle, ya no uso pulceras, ya no escribo "poemas", ya no voy a teatro, Como la mayoría de la gente de todos los planetas (si, yo los conozco a todos) no se que hacer con mi vida, tener 20 años y estar a 6 meses de terminar una carrera no son cosas que suelen ir juntas.

Soy muy joven para ir a trabajar. Soy tan caotica como un grillo. Soy la que espera que salgan camaras escondidas y me digan que todo fue una broma.
Una revolución que nunca llegó, ideales que permanecen mordiendo mi interior.

Al principio crei que era triste verme al espejo y ya no ser yo. Tuve miedo de haberme perdido.
Pero no todo gusano es gusano por siempre, la metamorfosis es la señal de que aun respiras.

Si me ves en la calle te invito a inventarme un nombre. Diles que no me cambien mis tenis por botas de casquillo.

miércoles, 13 de febrero de 2008

Interior

Quimera rabiosa de tus emociones, todavía no me dejas despertar,
sigo dormida dentro de tus ojos...
La madrugada entra al cuarto y me filtro en el aire.
Aah.. que dulce es respirar frente a tu cuerpo...
Todo ese éter que te quiero regalar, lo tengo escondido bajo la piel.
Quimera rabiosa de mis emociones, todavía no me quiero despertar,
amo dormir bajo la sombra de sus ojos..
Amo dormir bajo la sobra de tus ojos.

lunes, 7 de enero de 2008

si el otro no les gusto,este es peor

un cuerpo sin forma, ni figura
un cabello corto,rizado y sin reglas
una mujer llena de vida,de dulzura
en un mundo lleno de estres,de controversia
amenaza con dejar por siempre su cordura
a cambio de arreglar un poco su cintura
posee senos afectados por la inminente gravedad
carece de total belleza,de total lindura
pero tranquilos!no es ninguna novedad

apesar de todo esto,se cree una mujer hermosa
cautivadora como ninguna otra
con sus locuras y algunas palabras logra cualquier cosa

es un monstruo o un mito?ni lo uno ni lo demas
es una joven con 23 nada mas
su nombre no tiene nada de singular
y aunque su cuerpo sea de ballena
ella se siente algo especial
"ana la loca"le dicen o se hace llamar(no lo se la verdad)

dicen los que la han visto que esta loca
que de bebe perdio dos o mas tuercas
solo por que dice lo que piensa
si importarle la verdad a quien toca

oh! nena desproporcionada
si sigues asi no llegaras a ninguna parte
la gente a quien nombras te cellaran la boca
y tu figura como a otras no puede ayudarte
arreglatela sola ,pero se cautelosa
cuida lo que dices,cuida tu figura
estes atenta,como mujer celosa
y tus pensamientos dejalos en este mundo
en el distante....

sábado, 5 de enero de 2008

otra pendejada

todo comenzo aquella mañana gris
te vi pasar por el callejon,muy cerca de mi
vi tus ojos verdes,en los que por un instante me perdí´
llevabas uniforme,escarapela y decia "luis"

al siguiente dia quise volver a pasar por ahi
la misma hora ,el mismo lugar
solo faltabas tu,el personaje principal
pasaste sigiloso y de verte me perdí

de nuevo comienza mi faena
esta ves me he puesto en mi cabello una rosa
apareciste y me dije ¡en hora buena!
pero no notaste q por ti estaba hermosa

toda una semana recurriendo al mismo lugar
pasabas como si nada
entonces un dia quise improvisar
asi sucedio,te hable toda ilusionada

-perdon joven¿tiene la hora?
tus ojos en mi no enfocaste
-disculpe ,no puedo ver,señora
seguiste derecho me sentí insignificante

otro dia quise volver
me descuide y contigo me tropece
caiste al piso sin saber que hacer
¡¡¡que torpe!!! fue en lo unico que pense

te echaste a reir en carcajadas
-eres tu la del aroma,hasta que te encontre!!
me quede anonadada
-te he sentido varias veces,pero como no te puedo ver

sonreias y te ayude a levantarte
mientras lo hacias,mi cabello lograste oler
-quieres acompañarme a una taza de te?
-de seguro-fue lo unico q alcance a responder

cuando llegamos no pediste te,sino cafe
to solo te miraba,sin decir nada
de repente comensaste a hablar
yo roborizada solo te escuche

te me acercaste de repente
con tus manos,acariciaste mi rostro
se me acelero la respiracion...
(el resto se los dejo a la imaginacion)

miércoles, 26 de diciembre de 2007

De Vuelta con la Migraña Catatonica

En la primera bolsa, la más pequeña
Quizás muevas botones pero, solo con mala compañía
Francamente me jodio aquella niña sureña
Su luz era muy intensa y la luna ya no salía

De pronto volvió a mí, esa migraña catatonica
Me revolví la cabeza dentro de una licuadora eléctrica
Me encendí el Orto, por no pensar en la triste América
Me vi hablando de cosas que no entendía en la cocina ergonómica

La suerte se acaba, los días son largos
Las patadas en el pecho, para mi son halagos
Dios, mi cabeza va a estallar, necesito besos
Lamentablemente me rendiré, aunque falten algunos textos..

Sale..

miércoles, 12 de diciembre de 2007


Este cuento de Julio Cortázar en lo personal me gusta mucho..... lo comparto con ustedes:
PD: es un poco largo, pero esta genial.
La noche boca arriba
Y salían en ciertas épocas a cazar enemigos;
le llamaban la guerra florida.

A mitad del largo zaguán del hotel pensó que debía ser tarde y se apuró a salir a la calle y sacar la motocicleta del rincón donde el portero de al lado le permitía guardarla. En la joyería de la esquina vio que eran las nueve menos diez; llegaría con tiempo sobrado adonde iba. El sol se filtraba entre los altos edificios del centro, y él -porque para sí mismo, para ir pensando, no tenía nombre- montó en la máquina saboreando el paseo. La moto ronroneaba entre sus piernas, y un viento fresco le chicoteaba los pantalones.

Dejó pasar los ministerios (el rosa, el blanco) y la serie de comercios con brillantes vitrinas de la calle Central. Ahora entraba en la parte más agradable del trayecto, el verdadero paseo: una calle larga, bordeada de árboles, con poco tráfico y amplias villas que dejaban venir los jardines hasta las aceras, apenas demarcadas por setos bajos. Quizá algo distraído, pero corriendo por la derecha como correspondía, se dejó llevar por la tersura, por la leve crispación de ese día apenas empezado. Tal vez su involuntario relajamiento le impidió prevenir el accidente. Cuando vio que la mujer parada en la esquina se lanzaba a la calzada a pesar de las luces verdes, ya era tarde para las soluciones fáciles. Frenó con el pié y con la mano, desviandose a la izquierda; oyó el grito de la mujer, y junto con el choque perdió la visión. Fue como dormirse de golpe.

Volvió bruscamente del desmayo. Cuatro o cinco hombres jóvenes lo estaban sacando de debajo de la moto. Sentía gusto a sal y sangre, le dolía una rodilla y cuando lo alzaron gritó, porque no podia soportar la presión en el brazo derecho. Voces que no parecín pertenecer a las caras suspendidas sobre él, lo alentaban con bromas y seguridades. Su único alivio fue oír la confirmación de que había estado en su derecho al cruzar la esquina. Preguntó por la mujer, tratando de dominar la náusea que le ganaba la garganta. Mientras lo llevaban boca arriba hasta una farmacia próxima, supo que la causante del accidente no tenía más que rasguños en la piernas. "Usté la agarró apenas, pero el golpe le hizo saltar la máquina de costado..."; Opiniones, recuerdos, despacio, éntrenlo de espaldas, así va bien y alguien con guardapolvo dándole de beber un trago que lo alivió en la penumbra de una pequeña farmacia de barrio.

La ambulancia policial llegó a los cinco minutos, y lo subieron a una camilla blanda donde pudo tenderse a gusto. Con toda lucidez, pero sabiendo que estaba bajo los efectos de un shock terrible, dio sus señas al policía que lo acompañaba. El brazo casi no le dolía; de una cortadura en la ceja goteaba sangre por toda la cara. Una o dos veces se lamió los labios para beberla. Se sentía bien, era un accidente, mala suerte; unas semanas quieto y nada más. El vigilante le dijo que la motocicleta no parecía muy estropeada. "Natural", dijo él. "Como que me la ligué encima..." Los dos rieron y el vigilante le dio la mano al llegar al hospital y le deseó buena suerte. Ya la náusea volvía poco a poco; mientras lo llevaban en una camilla de ruedas hasta un pabellón del fondo, pasando bajo árboles llenos de pájaros, cerro los ojos y deseó estar dormido o cloroformado. Pero lo tuvieron largo rato en una pieza con olor a hospital, llenando una ficha, quitándole la ropa y vistiéndolo con una camisa grisácea y dura. Le movían cuidadosamente el brazo, sin que le doliera. Las enfermeras bromeaban todo el tiempo, y si no hubiera sido por las contracciones del estómago se habría sentido muy bien, casi contento.

Lo llevaron a la sala de radio, y veinte minutos después, con la placa todavía húmeda puesta sobre el pecho como una lápida negra, pasó a la sala de operaciones. Alguien de blanco, alto y delgado se le acercó y se puso a mirar la radiografía. Manos de mujer le acomodaban la cabeza, sintió que lo pasaban de una camilla a otra. El hombre de blanco se le acercó otra vez, sonriendo, con algo que le brillaba en la mano derecha. Le palmeó la mejilla e hizo una seña a alguien parado atrás.

Como sueño era curioso porque estaba lleno de olores y él nunca soñaba olores. Primero un olor a pantano, ya que a la izquierda de la calzada empezaban las marismas, los tembladerales de donde no volvía nadie. Pero el olor cesó, y en cambio vino una fragancia compuesta y oscura como la noche en que se movía huyendo de los aztecas. Y todo era tan natural, tenía que huír de los aztecas que andaban a caza de hombre, y su única probabilidad era la de esconderse en lo más denso de la selva, cuidando de no apartarse de la estrecha calzada que sólo ellos, los motecas, conocían.

Lo que más lo torturaba era el olor, como si aun en la absoluta aceptación del sueño algo se revelara contra eso que no era habitual, que hasta entonces no había participado del juego. "Huele a guerra", pensó, tocando instintivamente el puñal de piedra atravesado en su ceñidor de lana tejida. Un sonido inesperado lo hizo agacharse y quedar inmóvil, temblando. Tener miedo no era extraño, en sus sueños abundaba el miedo. Esperó, tapado por las ramas de un arbusto y la noche sin estrellas. Muy lejos, probablemente del otro lado del gran lago, debían estar ardiendo fuegos de vivac; un resplandor rojizo teñía esa parte del cielo. El sonido no se repitió. Había sido como una rama quebrada. Tal vez un animal que escapaba como él del olor a guerra. Se enderezó despacio, venteando. No se oía nada, pero el miedo seguía alli como el olor, ese incienso dulzón de la guerra florida. Había que seguir, llegar al corazón de la selva evitando las ciénagas. A tientas, agachándose a cada instante para tocar el suelo más duro de la calzada, dio algunos pasos. Hubiera querido echar a correr, pero los tembladerales palpitaban a su lado. En el sendero en tinieblas, buscó el rumbo. Entonces sintió una bocanada del olor que más temía, y saltó desesperado hacia adelante.

-Se va a caer de la cama -dijo el enfermo de la cama de al lado-. No brinque tanto, amigazo. Abrió los ojos y era de tarde, con el sol ya bajo en los ventanales de la larga sala. Mientras trataba de sonreír a su vecino, se despegó casi físicamente de la últim a visión de la pesadilla. El brazo, enyesado, colgaba de un aparato con pesas y poleas. Sintió sed, como si hubiera estado corriendo kilómetros, pero no querían darle mucha agua, apenas para mojarse los labios y hacer un buche. La fiebre lo iba ganando despacio y hubiera podido dormirse otra vez, pero saboreaba el placer de quedarse despierto, entornados los ojos, escuchando el diálogo de los otros enfermos, respondiendo de cuando en cuando a alguna pregunta. Vio llegar un carrito blanco que pusieron al lado de su cama, una enfermera rubia le frotó con alcohol la cara anterior del muslo, y le clavó una gruesa aguja conectada con un tubo que subía hasta un frasco lleno de líquido opalino. Un médico joven vino con un aparato de metal y cuero que le ajustó al brazo sano para verificar alguna cosa. Caía la noche, y la fiebre lo iba arrastrando blandamente a un estado donde las cosas tenían un relieve como de gemelos de teatro, eran reales y dulces y a la vez ligeramente repugnantes, como estar viendo una película aburrida y pensar que sin embargo en la calle es peor, y quedarse.

Vino una taza de maravilloso caldo de oro oliendo a puerro, a apio, a perejil. Un trozito de pan, mas precioso que todo un banquete, se fue desmigajando poco a poco. El brazo no le dolía nada y solamente en la ceja, donde lo habían suturado, chirriaba a veces una punzada caliente y rápida. Cuando los ventanales de enfrente viraron a manchas de un azul oscuro, pensó que no iba a ser difícil dormirse. Un poco incómodo, de espaldas, pero al pasarse la lengua por los labios resecos y calientes sintió el sabor del caldo, y suspiró de felicidad, abandonándose.

Primero fue una confusión, un atraer hacia sí todas las sensaciones por un instante embotadas o confundidas. Comprendía que estaba corriendo en plena oscuridad, aunque arriba el cielo cruzado de copas de árboles era menos negro que el resto. "La calzada", penso. "Me salí de la calzada." Sus pies se hundían en un colchón de hojas y barro, y ya no podía dar un paso sin que las ramas de los arbustos le azotaran el torso y las piernas. Jadeante, sabiéndose acorralado a pesar de la oscuridad y el silencio, se agachó para escuchar. Tal vez la calzada estaba cerca, con la primera luz del día iba a verla otra vez. Nada podía ayudarlo ahora a encontrarla. La mano que sin saberlo él, aferraba el mango del puñal, subió como un escorpion de los pantanos hasta su cuello, donde colgaba el amuleto protector. Moviendo apenas los labios musitó la plegaria del maíz que trae las lunas felices, y la súplica a la Muy Alta, a la dispensadora de los bienes motecas. Pero sentía al mismo tiempo que los tobillos se le estaban hundiendo despacio en el barro, y al la espera en la oscuridad del chaparral desconocido se le hacía insoportable. La guerra florida había empezado con la luna y llevaba ya tres días y tres noches. Si conseguía refugiarse en lo profundo de la selva, abandonando la calzada mas alla de la región de las ciénagas, quizá los guerreros no le siguieran el rastro. Pensó en la cantidad de prisioneros que ya habrían hecho. Pero la cantidad no contaba, sino el tiempo sagrado. La caza continuaría hasta que los sacerdotes dieran la señal del regreso. Todo tenía su número y su fin, y él estaba dentro del tiempo sagrado, del otro lado de los cazadores.

Oyó los gritos y se enderezó de un salto, puñal en mano. Como si el cielo se incendiara en el horizonte, vio antorchas moviéndose entre las ramas, muy cerca. El olor a guerra era insoportable, y cuando el primer enemigo le saltó al cuello casi sintió placer en hundirle la hoja de piedra en pleno pecho. Ya lo rodeaban las luces y los gritos alegres. Alcanzó a cortar el aire una o dos veces, y entonces una soga lo atrapó desde atrás. -Es la fiebre -dijo el de la cama de al lado-. A mí me pasaba igual cuando me operé del duodeno. Tome agua y va a ver que duerme bien.

Al lado de la noche de donde volvía la penumbra tibia de la sala le parecío deliciosa. Una lámpara violeta velaba en lo alto de la pared del fondo como un ojo protector. Se oía toser, respirar fuerte, a veces un diálogo en voz baja. Todo era grato y seguro, sin acoso, sin... Pero no quería seguir pensando en la pesadilla. Había tantas cosas en qué entretenerse. Se puso a mirar el yeso del brazo, las poleas que tan cómodamente se lo sostenían en el aire. Le habían puesto una botella de agua mineral en la mesa de noche. Bebio del gollete, golosamente. Distinguía ahora las formas de la sala, las treinta camas, los armarios con vitrinas. Ya no debía tener tanta fiebre, sentía fresca la cara. La ceja le dolía apenas, como un recuerdo. Se vio otra vez saliendo del hotel, sacando la moto. Quién hubiera pensado que la cosa iba a acabar así? Trataba de fijar el momento del accidente, y le dio rabia advertir que había ahí como un hueco, un vacío que no alcanzaba a rellenar. Entre el choque y el momento en que lo habían levantado del suelo, un desmayo o lo que fuera no le dejaba ver nada. Y al mismo tiempo tenía la sensación de que ese hueco, esa nada, había durado una eternidad. No, ni siquiera tiempo, más bien como si en ese hueco él hubiera pasado a través de algo o recorrido distancias inmensas. El choque, el golpe brutal contra el pavimento. De todas maneras al salir del pozo negro había sentido casi un alivio mientras los hombres lo alzaban del suelo. Con el dolor del brazo roto, la sangre de la ceja partida, la contusión en la rodilla; con todo eso, un alivio al volver al día y sentirse sostenido y auxiliado. Y era raro. Le preguntaría alguna vez al médico de la oficina. Ahora volvía a ganarlo el sueño, a tirarlo despacio hacia abajo. La almohada era tan blanda, y en su garganta afiebrada la frescura del agua mineral. Quizá pudiera descansar de veras, sin las malditas pesadillas. La luz violeta de la lámpara en lo alto se iba apagando poco a poco.

Como dormía de espaldas, no lo sorprendió la posición en que volvía a reconocerse, pero en cambio el olor a humedad, a piedra rezumante de filtraciones, le cerró la garganta y lo obligó a comprender. Inútil abrir los ojos y mirar en todas direcciones; lo envolvía una oscuridad absoluta. Quiso enderezarse y sintio las sogas en las muñecas y los tobillos. Estaba estaqueado en el piso, en un suelo de lajas helado y húmedo. El frio le ganaba la espalda desnuda, las piernas. Con el mentón buscó torpemente el contacto con su amuleto, y supo que se lo habían arrancado. Ahora estaba perdido, ninguna plegaria podía salvarlo del final. Lejanamente, como filtrándose entre las piedras del calabozo, oyó los atabales de la fiesta. Lo habían traído al teocalli, estaba en las mazmorras del templo a la espera de su turno.

Oyó gritar, un grito ronco que rebotaba en las paredes. Otro grito, acabando en un quejido. Era él que gritaba en las tinieblas, gritaba porque estaba vivo, todo su cuerpo se defendía con el grito de lo que iba a venir, del final inevitable. Pensó en sus compañeros que llenarían otras mazmorras, y en los que ascendían ya los peldaños del sacrificio. Gritó de nuevo sofocadamente, casi no podía abrir la boca, tenía las mandíbulas agarrotadas y a la vez como si fueran de goma y se abrieran lentamente, con un esfuerzo interminable. El chirriar de los cerrojos lo sacudió como un látigo. Convulso, retorciéndose, luchó por zafarse de las cuerdas que se le hundían en la carne. Su brazo derecho, el mas fuerte, tiraba hasta que el dolor se hizo intolerable y hubo que ceder. Vio abrirse la doble puerta, y el olor de las antorchas le llegó antes que la luz. Apenas ceñidos con el taparrabos de la ceremonia, los acólitos de los sacerdotes se le acercaron mirándolo con desprecio. Las luces se reflejaban en los torsos sudados, en el pelo negro lleno de plumas. Cedieron las sogas, y en su lugar lo aferraron manos calientes, duras como el brónze; se sintió alzado, siempre boca arriba, tironeado por los cuatro acólitos que lo llevaban por el pasadizo. Los portadores de antorchas iban adelante, alumbrando vagamente el corredor de paredes mojadas y techo tan bajo que los acólitos debían agachar la cabeza. Ahora lo llevaban, lo llevaban, era el final. Boca arriba, a un metro del techo de roca viva que por momentos se iluminaba con un reflejo de antorcha. Cuando en vez del techo nacieran las estrellas y se alzara ante él la escalinata incendiada de gritos y danzas, sería el fin. El pasadizo no acababa nunca, pero ya iba a acabar, de repente olería el aire libre lleno de estrellas, pero todavía no, andaban llevándolo sin fin en la penumbra roja, tironeándolo brutalmente, y él no quería, pero como impedirlo si le habían arrancado el amuleto que era su verdadero corazón, el centro de su vida.

Salió de un brinco a la noche del hospital, al alto cielo raso dulce, a la sombra blanda que lo rodeaba. Pensó que debía haber gritado, pero sus vecinos dormían callados. En la mesa de noche, la botella de agua tenía algo de burbuja, de imagen traslúcida contra la sombra azulada de los ventanales. Jadeó buscando el alivio de los pulmones, el olvido de esas imágenes que seguían pegados a sus párpados. Cada vez que cerraba los ojos las veía formarse instantáneamente, y se enderezaba aterrado pero gozando a la vez del saber que ahora estaba despierto, que la vigilia lo protegía, que pronto iba a amanecer, con el buen sueño profundo que se tiene a esa hora, sin imágenes, sin nada... Le costaba mantener los ojos abiertos, la modorra era más fuerte que él. Hizo un último esfuerzo, con la mano sana esbozó un gesto hacia la botella de agua; no llegó a tomarla, sus dedos se cerraron en un vacío otra vez negro, y el pasadizo seguía interminable, roca tras roca, con súbitas fulguraciones rojizas, y él boca arriba gimió apagadamente porque el techo iba a acabarse, subía, abriéndose como una boca de sombra, y los acólitos se enderezaban y de la altura una luna menguante le cayó en la cara donde los ojos no querían verla, deseparadamente se cerraban y abrían buscando pasar al otro lado, escubrir de nuevo el cielo raso protector de la sala. Y cada vez que se abrían era la noche y la luna mientras lo subían por la escalinata, ahora con la cabeza colgando hacia abajo, y en lo alto estaban las hogueras, las rojas columnas de rojo perfumado, y de golpe vio la piedra roja, brillante de sangre que chorreaba, y el vaivén de los pies del sacrificado, que arrastraban para tirarlo rodando por las escalinatas del norte. Con una última esperanza apretó los párpados, gimiendo por despertar. Durante un segundo creyó que lo lograría, porque estaba otra vez inmóvil en al cama, a salvo del balanceo cabeza abajo. Pero olía a muerte y cuando abrió los ojos vio la figura ensangrentada del sacrificador que venía hacia él con el cuchillo de piedra en la mano. Alcanzó a cerrar otra vez los pÿrpados, aunque ahora sabía que no iba a despertarse, que estaba despierto, que el sueño maravilloso había sido el otro, absurdo como todos los sueños; un sueño en el que había andado por extrañas avenidas de una ciudad asombrosa, con luces verdes y rojas que ardían sin llama ni humo, con un enorme insecto de metal que zumbaba bajo sus piernas. En la mentira infinita de ese sueño también lo habían alzado del suelo, también alguien se le había acercado con un cuchillo en la mano, a él tendido boca arriba, a él boca arriba con los ojos cerrados entre las hogueras.

viernes, 7 de diciembre de 2007

18 y 5

Me desvivo en un micro segundo
Todo lo que se deriva es un raro nudo
El mejor de mis escritos enlatados
O la suplica mas remota con dedos atados

Tengo una lagrima que desprende fuego a montones
Tengo un par de paracaídas, pero no tengo compañía
Tengo una cabeza que da vueltas, pero es pura apatía
Tengo un ancla, que te amarra para evitar que flotes

Particularmente mantengo tu escasez de ideas
Singularmente un huracán de nauseas
Formalmente he nacido para robar mareas
Poseo un cubo de rubí, que me da todas las salidas

Poco nos falto para morir, mientras te abrazaba
Con la negrura de tus palabras, que recorrían mi oído
Que, lastima que a pesar de todo te hubieras ido
Me hacéis tanta jodida falta, hoy que la noche acaba

Despeinado como siempre y conmigo un día de tantos
Aunque eficazmente tu ternura me conmueve, y causamos llantos
Hoy enfados, platicas y caminatas, tres filmes que no miramos
Sustancial cinema en un día, donde realmente siento que nos amamos

Mejor, termino de una puta vez..

domingo, 21 de octubre de 2007

Arañas


La vida no tiene obstáculos,la magia nos permite ver la luz,toda la vida pasa a través de su pelo,todas las arañas están conmigo,y al caer la noche,los sueños torturan mi cabeza.Atraviesan mi mente,antes de darte cuenta, Despierta!

domingo, 29 de julio de 2007

"Herpes Craneal"

Entre carroña que anestesia
Tiembla mi mano
La eternidad de un latido, la bala en mi cerebro
Se pasea a mí alrededor la lengua que jura
Con la cabeza en la mano que aun tiembla…

¡Es un cáncer mi mueca de felicidad!

Y una vez tuve un gato negro, mis risas hurañas y libertad para morir.

viernes, 6 de julio de 2007

Chica española pintada por picasso

Gautama saludaba detrás del cristal con su sonrisa límpida y desacomplejada. Por mis oídos el cigala, por mi garganta, el tequila. Nunca estuve tan solo. Veo a mi alrededor y veo la gente. Nunca estuve tan acompañado. Existe gente que se preocupa por mí, gente a la que le parece que tengo buenas ideas. Al otro lado del cuarto está Joaquín Sabina bebiendo con mi tío Nacho Vegas; ambos se mezclan en una sonrisa desilusionada de cínica diversión. Las luces en mi ojos, el vacío y la duda en mi hígado (porque mis sentimientos no residen en el corazón). “¿estás vacío muchacho?” pregunta alguien. No. Solo es el tequila provocándome ardor estomacal. El cigala penetra mi caja torácica con una espada de torero. Los ríos fluyen siempre hacia el centro, hacia esa voz desconocida de mujer que espera en algún lugar de mi torrente sanguíneo. Me divierto y sonrío cual mi tío Nacho. Soy un ebrio en Madrid en S.L.P. Soy un Ebrio en Sant Celoni, junto a San Wallmart. Soy un irresponsable. Soy una lacra social. Soy Yo. Soy mejorpeor que el escritorio que sostiene mi cabeza mientras vomito.

Mañana tengo que trabajar, nunca vomité. No se quién soy, no se si vale la pena escribir algo. ¿Que nos hace diferente? Nada ¿qué define esa relación que nunca ha existido? Nada. Somos varios en una situación común, pre-establecida, odiada por algunos y amada por unos menos. Amo amar a unos menos, y no a la mayoría. Amo a los unos menos que aman a unos más.
La luna sonríe.... el maldito tequila me hace olvidar en donde me encuentro. Disfrutaré la inspiración y el ardor estomacal.
¿Donde estás? Lejos. Del otro lado del mar. ¿Vale la pena ir a buscarte? Creo que no soporto la idea de que no seas tú. ¿eres tú? ¿Quién eres? La guitarra juega en Do mayor con mis fibras nerviosas.... ¿quién eres?
Puedo imaginarlo.
Unas cervezas, o algo. Tequila, vodka. Flamenco de fondo. Adoro el flamenco. Adoro la rumba. Como escena de película de Hollywood (malísima) acercarnos solo un poco. Sentir la respiración sobre los labios del otro. Sonreír como mi tío Nacho sonreiría.... y dejarse llevar. Y sonreír cuando se tenga que sonreír. Cómo me molesta sentir cosas.
Quisiera que mi des-imagen del mundo fuera pintada por picasso... pero no.

domingo, 24 de junio de 2007

Cajeta

.......................
-Bienvenido pobre desafortunado a la casa del filoscópio
Te diré que son pocos los solitarios maniacos que llegan a este lugar...
Comienza entre la inmundicia a hurgar...-

Y entre tus amargos besos y su falsa esperanza...

Encontré a Elvis, Encontré una mano
Encontré la fractura del equilibrio de la humanidad, encontré la rata que mi ojo se llevo
Encontré mis delirios amorfos
Encontré imágenes de dolor, Encontré un pie
Encontré los para siempre y eternamente, Encontré mi cabeza
Encontré las patrañas del desdenes......
Encontré un corazón
Y encontré la muerte ideal.

¿Dónde estás?

"Creo que estoy cogiendo una paranoia"

jueves, 21 de junio de 2007

ASD

Un sofocante y nocturno infierno
Se anuncia entre estrellas
Y mis manos sin recuerdos en los dedos
Escriben al ritmo del jazzzz....


No entiendo nada........................................

Parece mi mente en otro lugar estar
Entre gritos, lamentos y rostros, vaguear...
Con un leve murmullo que te dice volver a la realidad

Aparenta mi semblante y con una sonrisa preguntar

¿Me podrías repetir la pregunta?




lunes, 18 de junio de 2007

...Ya tengo sueño......

Si hermanos mios.....
Estaba Feliz o tal vez un poco enferma
una musiquita casi instintiva
emanaba de mi corazón, topre, estupido corazón...

[Se me a terminado la inspiración]

Note una laceración en mi labio inferior
-Nada grave-
Me dijo la botella de vodka...

[Yo no le escribo al amor]

¡Vomitando de la emoción!
O quiza dijo infección

[Se me a terminado el alcohol]

Demasiado sobría para entender la realidad...

[Pero me quedas tú]

Un lugar de eterno dolor...

DESDE EL SITIO EN DONDE SIEMPRE ESTOY PENSANDO EN TI,CON MI MALDITA OBSTINACION…

ESTE PLANETA (MELANCOLIA ), DONDE EL RECURSO INAGOTABLE ES EL DOLOR, HADAS BAILAN A MI ALREDEDOR CONTANDOME HISTORIAS DE DESAMOR,DUENDES SIEMBRAN ROSAS ROJAS Y FLORES DE EXENTRICO COLOR, LAS SIRENAS AMBIENTANDO LAS COSTAS CON NOTAS DE RENCOR Y PASION…

VEO EL CREPUSCULO … AQUÍ VIENE LA NOCHE, CON ESTRELLAS DE ENIGMATICO COLOR..LAS NOCHES SON TAN LARGAS, Y LOS VAMPIROS TIENEN SUFICIENTE TIEMPO PARA IR A CAZAR ,TIERNAS E INGENUAS DONCELLAS A QUIENES CON BESOS Y DULCES PALABRAS FACILMENTE ENAMORARÁN.
ELLAS LES ENTREGARÁN SU SANGRE Y SU VIDA,…. DESPUÉS ELLOS LAS ABANDONARÁN DESOLADAS EN ESTE LUGAR, BAILARÁN COMO LAS HADAS, O QUIZAS CANTEN JUNTO ALAS SIRENAS,
AQUÍ DONDE EL TIEMPO ES ETERNIDAD, UN LUGAR QUE SE ALIMENTA DEL VENENO, Y DE BANDERA TIENE ALA SOLEDAD.
….. PERO HAY DE AQUELLOS QUE AMABAN ALAS DONCELLAS Y JURABAN ESTAR HASTA EL FINAL JUNTO A ELLAS, SOPORTANDO SUS DESPRECIOS…
CUMPLIRAN SU PROMESA Y VENDRÁN TAMBIEN AQUÍ JUNTO A ELLAS, A SEMBRAR COMO EXTRAÑOS DUENDES UNA ROSA POR CADA LAGRIMA DESPERDICIADA A SUS DONCELLAS …

….. ES AQUÍ DONDE LOS MORTALES DEJAMOS DE SERLO , PARA PAGAR LA CONDENA POR ADORAR A QUIEN NOS DAÑA…

Y VEME AQUÍ , DESDE EL SITIO EN DONDE SIEMPRE ESTOY PENSANDO EN TI , CON MI MALDITA OBSTINACION….…..PAGANDO TU DESPRECIO…